Páginas

domingo, 16 de junio de 2013

El que ríe último, tiene lag.


Antes hablé de que si tienes una buena conexión a internet no necesitas amigos, o al menos así justificas tu auto marginación.
Esta afirmación es relativamente cierta hasta que un mal día te ocurre una de las mayores desgracias freaks; tu internet va mal.

Si aún eres nuevo en estas lides, recurrirás al típico tópico de resetear el ordenador como solución a todos los males habidos y por haber con respecto a cualquier aparato electrónico.
Si eres un poco más avezado, llamarás al servicio técnico de tu compañía. Como primer recurso te dirán que hagas lo que previamente ya has hecho; reiniciar módem, ordenador, cerebro y paciencia. Cuando vean que no hay solución le echarán la culpa a las condiciones meteorológicas o a que el servicio en tu distrito está bajo mantenimiento o dificultades técnicas. Todo para acabar en la misma y desesperante frase: “En unas horas estará solucionado el problema”.

Como ya te has cansado de esperar, escuchar excusas que hasta el guionista en prácticas de cualquier culebrón de tarde habría mejorado y el mono te puede, llevas a cabo la práctica masoquista de jugar online con un estado de señal paupérrimo.

Si ya eras malo intentando ser bueno, imagínate con el temido lag, también llamado comúnmente por el resto de los mortales como “el internet me va a saltos”.

Aunque el internet no parece ir a mejor si no todo lo contrario, juegas durante horas. Y claro, como tu humor es inversamente proporcional a la calidad de tu conexión, decides dejar de jugar después de llevar horas sentado aporreando el teclado. Total, no merece la pena estar cabreado con el mundo por seguir jugando así.

Por otro lado, no te impide meterte en internet y ver alguna serie u ojear tus redes sociales. Pero ocurre una infeliz coincidencia, ya estás muy cabreado para jugar pero resulta que tu conexión ya está en condiciones óptimas para realizar cualquier  tipo de actividad online.

Tu enfado se eleva a la enésima potencia y decides mandarlo todo al garete y salir de tu habitación a hacer vida familiar, no te queda otra chaval, el mosqueo ya está masticado pero no digerido.

Y es que como dijo Homer Simpson; “Intentarlo es el primer paso hacia el fracaso”. Así que si tenéis lag ni lo intentéis porque el título de este post es mentira, el que tiene lag no ríe ni antes ni después.

Para finalizar, qué mejor que un pequeño consejo de lager experto; NUNCA vuelvas a usar Internet Explorer.



lunes, 10 de junio de 2013

¿Quién quiere amigos cuando tienes conexión a internet?


Era uno de estos días, en los que la pereza echa un pulso al aburrimiento y gana cual coreano con los dedos bañados en wnistrol.
 De repente decides salir de tu caverna y actualizar tus redes sociales y en cuanto te conectas te abordan con propuestas de ocio social que implican abandonar el confortable agujero en el que has estado escondido.

Obviamente, como gamer en uso de todas tus facultades, respondes que estás demasiado ocupado como para tener vida social. ¡Qué conveniente y friki contradicción! Porque, si eres un gamer de pro sabes que con ese tiempo que le robas a tu vida social lo más provechoso que vas a hacer es comprobar empíricamente cuantas maneras, fauna y oportunidades hay en tu habitáculo de robar el tiempo que te has robado a ti mismo.

Es en esta coyuntura en la que te planteas ahondar más en tus pequeñas idiosincrasias de ermitaño. Abres Google Chrome, miras el doodle del día, mantienes el ratón sobre él para saber sobre que trata. Si no sabes a qué narices hace referencia ese doodle, lo buscas en internet y juntas toda la información que para el resto de tareas de la vida cotidiana considerarías superfluas e inútiles.

Cuando te has cansado de evitar el contacto humano de esta manera tan culturalmente enriquecedora, empiezas a ver los capítulos que han salido esa semana sobre las series que sigues y si ya los has visto, los vuelves a ver. Al fin y al cabo nada te espera ahí fuera.

La cosa va degenerando y comienzas a tantear la delgada línea que separa al friki estándar del que ya no tiene remedio; las series de anime que, como a España siempre llegan tarde, acabas viendo subtituladas en japonés.
No contento con ello, empiezas a ver series cada vez más absurdos e intrascendentes cuyo argumento estrella es la frustrante y/o/u inexistente vida sentimental de un correctísimo pero  pardísimo adolescente japonés. Menudo nido de frustraciones se ha montado en Japón, pensarías si fueras una persona normal y corriente.

De repente, maltratado por el aburrimiento de las limitadas limitaciones de internet, reparas en que es un viernes por la noche y te apetece salir a que te dé el aire fresco pero…,¿dónde están mis amigos? Manda narices que no me hayan avisado para salir, menuda panda de desgraciados que solo saben mirarse el ombligo y no se acuerdan de ti…




martes, 4 de junio de 2013

Hola, soy coreano, ¿con qué meñique te gano?


Eres lento, tu habilidad y rapidez táctil no supera la de un manco de nacimiento pero aún conservas la inocencia. Crees que esa habilidad la desarrollarás a base de cabezonería y millones de horas de juego. Realmente te crees tus propias hipótesis basas en la nada hasta que llega el duro choque con la realidad, que en el mundo del videojuego online no es otra que te emparejen en una partida contra un coreano.

Creo que sería interesante que algún nutricionista o sociólogo realizara un estudio de campo sobre la alimentación, la educación o el adoctrinamiento físico y mental al que son sometidos esos chavales. O tiene que ver algo con esto o es que su robótica está tan desarrollada que han mezclado a humanos con robots y ni nos hemos dado cuenta.

Comienza la partida. Te plantas y decides defender a capa y espada tus horas de “trabajo” y defender tu orgullo gamer simplemente planteándote un objetivo básico pero lamentable; no morir.

El coreano empieza la partida tanteándote porque, además de ser más hábil que tu, parece tener también más cerebro. Como observas que es pasivo te confías y decides ir a por todas y comienzas a cavar tu propia tumba.

Vas a por él, haces uso de toda tu experiencia, entonces el coreano hace algo que ni siquiera sabías que era posible hacerse y… te humilla. Fin de la partida, a partir de ahí todo va rodado, para él claro.

Jamás comprenderé cómo son capaces de desarrollar tal agilidad manual estos especímenes de más de 100 kilos cuya muñeca no puede doblarse más de cinco grados por la acumulación de grasa en la misma. 

Si te encuentras con uno de ellos, huye o sufre las consecuencias.