El mundo del juego virtual. Ese gran culpable de los males de la sociedad que ha corrompido todas las generaciones modernas y las que están por venir. Sí, hablo de ese producto audiovisual e interactivo derrite-neuronas que hace que un adolescente normal desempolve las katanas del armario para hacer jirones a toda su familia o que se aliste al ejército para matar nazis…o lo primero que pille.
El chico de la katana y su "alter ego".
Y es que en los últimos años se ha convertido en costumbre
escudarse en los videojuegos sacando propuestas de ley restrictivas para la
creación videojueguil, pues es por todos sabido que la culpa de la coyuntura
socioeconómica actual se debe a la diabólica
influencia que ejercen en los pubescentes.
Para este propósito ya se inventó el sistema de
clasificación PEGI que diferencia
los juegos según el tramo de edad al que están dirigidos y por el que pueden
ser adquiridos. Así que si algo ya funciona, ¿para qué dejarlo así? Es absurdo,
¿no? ¡Qué va hombre! ¿Para qué desperdiciar una cortina de humo tan llamativa,
que atemoriza a los padres y por tanto tan eficaz?
Señores, esta estas son las
lumbreras que nos guían en la noche oscura de
la crisis, normal que nos demos de chocazos contra un muro
constantemente mientras los viejos claman al cielo al grito de “¡esta juventud
de hoy en día…!”
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